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MUJERES DE LUCHA - Miriam Cruz Parga

Miriam es educadora deportiva en Maré Unida, patrocinada por Petrobras, y forma parte de la selección brasileña de boxeo como entrenadora de boxeo femenino junior. Foto Luta pela Paz/ colección

Miriam Cruz Parga tiene 36 años, vive en Maré desde los 14 y tenía 23 cuando entró en Luta pela Paz como asistente deportiva. Hoy es educadora deportiva, forma parte de la selección brasileña de boxeo como entrenadora de boxeo femenino de base en NEBAR - Núcleo de Esportes de Base e Alto Rendimento (NEBAR), un proyecto que busca el desarrollo de los alumnos desde el nivel juvenil y es una gran referencia para todos los niños y jóvenes atendidos por la organización. 

Hace unos 16 años, Miriam apenas soñaba con ser competidora. Solía entrenar MMA en un gimnasio local cerca de Maré hasta que un día su profesor la felicitó por su voluntad y le preguntó por qué no competía.

Mostró interés, pero no sabía por dónde empezar y así fue como este profesor la introdujo en Lucha por la Paz. Miriam también cuenta que al principio era muy agresiva y cree que gran parte de su cambio se debe tanto a Lucha por la Paz como a las amistades que hizo en la organización: "Antes era muy agresiva. Gracias a Dios ya no lo soy. En aquella época aún no sabía nada bien. Además, cuando llegué aquí yo también era muy, muy tímida. Y me gusta decir que fue con Lucha por la Paz que me desarrollé no sólo en la lucha, sino también en la vida. Yo no decía nada, nada de nada. Venía, entrenaba, participaba en todo lo que tenía que participar, pero no quería abrir la boca para hablar. En aquella época, mi profesora de Desarrollo Personal me motivaba mucho. Ella siempre supo que yo era tímida y callada, y me hizo esforzarme por hablar también. Hoy siento que ésta es mi casa. Si me dejan, no saldré más. Bromeo diciendo que sólo me iré si me echan. Aquí encontré a mis amigos. La gente que me da un hombro para llorar, para abrazar, para llorar... Aquí aprendí todo eso: a llorar, a hablar, a tener conversaciones, todo eso (risas). Aquí lo aprendí todo y sigo aprendiendo".

Miriam recuerda que el cambio no ha sido sólo suyo. La Lucha por la Paz también ha cambiado mucho a lo largo de los años: "Cuando me uní, no había muchas mujeres luchando. Éramos sólo yo, Raíssa, Mara, Rebeca, que era joven, ni siquiera recuerdo cuántos años tenía. Incluso en las propias clases, en general, tampoco había muchas chicas. Y es estupendo oír hoy de mujeres, muchas de ellas, que nosotras fuimos la inspiración para que empezaran. Eso nos da mucha fuerza, porque yo misma he pensado muchas veces en dejar de luchar, pero recibí el apoyo de las demás alumnas y muchas se convirtieron en mis amigas. Hoy hay muchas mujeres que luchan aquí con nosotras, ¡y ése es nuestro mayor orgullo! Algunas vienen sólo por el ejercicio, pero otras vienen con la idea de competir, de llegar más lejos. Siempre que pienso en dejar de competir, no pienso en dejar de entrenar, en estar activa de otras maneras, ya sea como entrenadora o como monitora. Quiero sentir esa misma emoción como entrenador. Porque hoy ya la siento, viendo a mis amigos. Luchamos juntos porque sé por lo que están pasando".

Miriam sabe hasta qué punto esta palabra de motivación marca la diferencia: "Muchos alumnos sufren de baja autoestima. Por eso siempre tiene que haber alguien que les apoye, que les preste atención. Esto es muy importante. A veces te das cuenta de que una alumna no está concentrada y si le indicas el camino correcto, la cosa cambia mucho. A veces basta con decir unas palabras y ayuda. Recuerdo cuando era más joven, esa palabra de fuerza que me hacía seguir adelante. A veces sabía que ni siquiera era buena todavía, pero me motivaba. Así es como nunca me rendí, ni siquiera como mujer en el deporte. Sabes que ser mujer en este ambiente no es fácil. He oído muchas cosas. Que era una guarra, una machista, que esto no era cosa de mujeres casadas, que tenía dos hijos que criar, que esto no me iba a llevar a ninguna parte. 

Mirando atrás, Miriam comprende ahora que su comportamiento explosivo tenía una razón: "Crecí sin infancia, sin saber lo que era jugar con muñecas. Desde muy pequeña, con 8 años, ya hacía la comida, fregaba los platos, cuidaba de mis hermanos y hermanas y veía cómo mi padre pegaba a mi madre. Eso era lo peor para mí. No voy a mentir, al principio me uní a la lucha pensando que aprendería a defenderme. Hoy me doy cuenta de que era odio lo que había guardado dentro de mí. Pensaba que un día se produciría esa situación violenta y tenía que saber cómo reaccionar. No pensaba como pienso hoy. 

Como era la mayor, me sentía como una madre para mis hermanos. Hoy sirvo de ejemplo porque ninguno de mis hermanos terminó la escuela. Soy la única. Yo lo conseguí. Gracias a Dios y a Carol (directora de la Academia Luta pela Paz, aquí en Maré, y antigua alumna de boxeo - una de las primeras alumnas de la organización). Tengo una hermana que acaba de empezar la escuela porque yo la animé mucho. Poco a poco, voy cambiando la mentalidad de la gente".

¿Qué ha significado y repercutido en su trayectoria deportiva y en el entorno profesional en el que trabaja el hecho de ser mujer?

Significa mucho en todos los aspectos, emocionalmente, de pertenencia, de superación y de reconocimiento de que las mujeres podemos estar en el mundo de la lucha y podemos representar este maravilloso arte que es el boxeo. Todo depende de cómo se quiera ver y que tenemos derecho. Merecemos respeto por darle más glamour a un deporte que ha sufrido muchos prejuicios y ha sido tachado de marginal.

Miriam es educadora del proyecto Maré Unida, dirigido por Luta pela Paz con el patrocinio de Petrobras, a través del Programa Socioambiental Petrobras, mediante la Ley de Incentivo al Deporte del Estado de Río de Janeiro.

#MareUnida

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